martes, 27 de septiembre de 2016

Los bebés nacidos por cesárea tendrían más riesgo de padecer alergias


Numerosos estudios nos dicen una y otra vez que el modo ideal de parir y de nacer es por vía vaginal, y del modo más natural posible. Ese es el ideal, y cuando no puede ser así, cuando hay riesgo para la madre o el bebé, debe intervenirse y, si es preciso, hacer una cesárea a la madre, como medida de emergencia.

Un efecto secundario más de la cesárea es que, debido a que los bebés no se contaminan de las bacterias de su madre, cosa que sí sucede en un parto vaginal, sino que se contamina de otras bacterias del entorno, el riesgo de padecer alergias futuras es mayor.

Esto es lo que han visto investigadores de un estudio realizado en el KTH: Instituto Real de Tecnología, en Suecia, al observar que los niños nacidos por cesárea tienen una menor diversidad bacteriana en los primeros años de vida y, en consecuencia, un mayor riesgo de alergia.

Esto sucede porque los niños que nacen vía vaginal colonizan sus intestinos inmediatamente después del parto, mientras que los nacidos por cesárea están mucho menos expuestos a microbios y, además, muchos no son conocidos por su cuerpo, ya que no son de su madre. La colonización de sus intestinos será más lenta y el riesgo de alergia mayor.

Para llegar a estas conclusiones estudiaron a 15 bebés nacidos por vía vaginal y 9 que nacieron por cesárea. La muestra es pequeñísima y como estudio aislado tendría muy poca credibilidad científica, sin embargo, las conclusiones a las que llegan apoyan investigaciones mayores con el mismo resultado.
 
En el estudio vieron que los niños con una microbiota más pobre, tanto en variedad como en cantidad, como los bebés nacidos por cesárea, estimulaban menos el correcto desarrollo del sistema inmunológico. Algo así como lo que sucede en el exterior cuando decimos que un poco de suciedad es buena, pero de manera interna.
 
A partir de los resultados los investigadores comentaron que es necesario conocer más acerca del efecto de cada parto en la microbiota de los bebés y, además, saber más acerca de las repercusiones que pueden tener una u otra manera de nacer.
 
Incluso explican, y esto me parece objeto de debate, que en el futuro se transferirán a los bebés nacidos por cesárea las bacterias vaginales o fecales de la madre para que se normalice el desarrollo de la flora intestinal del bebé e incluso que se crearán cócteles de bacterias probióticas con el mismo fin.
 
Vamos, que de igual modo que las farmacéuticas han conseguido, además de vender fármacos a la gente enferma, venderlos a la gente sana, ahora podrían abrir mercado con los bebés nacidos por cesárea, para prevenir futuros problemas de salud. No sé, quizás esté desvariando y en vez de ponerme a la defensiva debería abrir los brazos ante tal suceso. Sin ir más lejos, el único hijo de los tres que tengo que nació por cesárea tiene ya detectadas unas cuantas alergias alimenticias (que puede estar relacionado o no tener nada que ver, claro.
 
Los riesgos de la cesárea son conocidos y explicados en numerosos artículos médicos. Las posibles complicaciones de la intervención para la madre incluyen las hemorragias, traumatismos vesicales, lesiones intestinales, neuritis por compresión instrumental, anemia, trombosis, embolia pulmonar o cerebral, peritonitis, etc.

Igualmente la intervención también conlleva una serie de riesgos para el bebé, los principales el síndrome de distress respiratorio del recién nacido, la taquipnea transitoria, y la prematuridad iatrogénica, así como el riesgo de laceraciones durante la intervención que se sitúa en torno al 2%. Se estima que la cesárea conlleva un riesgo de mortalidad materna 6 veces superior al parto vaginal y que la mortalidad perinatal en las cesáreas suele ser casi el doble que en los partos vaginales. Además la cesárea condiciona el futuro reproductivo de la mujer y la sitúa a un mayor riesgo de complicaciones en sucesivos embarazos.

Sin embargo un aspecto común a la mayoría de los trabajos que revisan las posibles complicaciones de la cesárea sobre la salud materno infantil es la omisión reiterada de las repercusiones que el nacimiento por cesárea tiene sobre la salud psíquica de la mujer y sobre aspectos tan importantes como el vínculo materno filial, la lactancia o la relación de pareja.

En una sociedad donde el nacimiento se ha medicalizado hasta extremos peligrosos y donde el énfasis se sitúa "en obtener un bebé sano" a cualquier precio se tiende a minimizar la posible repercusión psicológica del nacimiento por cesárea en la madre. El propio término "cesárea" favorece la trivialización de la cirugía: "hacer una cesárea" suena mucho menos dramático que decir "le han tenido que operar para sacar al bebé" o "ha tenido que pasar por una cirugía mayor abdominal para dar a luz". Así, mientras los cirujanos de otras especialidades médicas suelen ser conocedores de que las reacciones depresivas son frecuentes en la convalecencia de cualquier cirugía mayor, en el caso de la cirugía obstétrica este hecho ha recibido una atención mínima y de hecho ni siquiera se suele mencionar al explicar los riesgos de la intervención.

Sin embargo basta con revisar detalladamente las implicaciones inmediatas del nacimiento por cesárea para percibir la singularidad de dicha situación y el incremento de la vulnerabilidad psíquica que genera para la madre y el niño.
El primer efecto de la cesárea en la mayoría de las situaciones es un retraso significativo en el primer contacto madre-hijo. En muchos casos esto se puede demorar medio o un día, en algunos hospitales españoles todavía de tiene a los niños nacidos por cesárea 24 horas en observación sin su madre. Esta separación es importante y significativa, supone un obstáculo importante para el establecimiento del vínculo. Cuando se produce el encuentro además la madre suele estar cansada, somnolienta y dolorida. La analogía más sencilla es imaginar a un paciente recién operado de apendicitis teniendo que ocuparse de un recién nacido en las horas inmediatas a la intervención. La madre puede encontrarse situación de shock psicológico intentando procesar los acontecimientos vividos en las últimas horas. La integración y asimilación de dichos sucesos puede llevar meses o incluso años, así se comprende las dificultades que la madre puede experimentar para ocuparse afectivamente del bebé. Por otra parte el duelo por la pérdida de estas primeras horas o días de vida del recién nacido suele ser uno de los temas recurrentes entre las madres que han dado a luz por cesárea, como explicamos más adelante.



La cesárea supone un obstáculo para el inicio de la lactancia

Casi todos los estudios sobre el efecto de la cesárea en el inicio de la lactancia asumen o concluyen que la bajada de la leche tarda más en las madres que han parido por cesárea. Sin embargo, la causa del retraso es difícil de precisar, ¿es debido a la cesárea en si misma o al retraso en el inicio de la lactancia, los fármacos, la tendencia a dar más biberones o chupetes, la anemia secundaría a la hemorragia etc.? Lo que está claro es que los niños nacidos por cesárea tardan más en realizar la primera toma, reciben más biberones en los primeros cuatro días y hacen menos tomas nocturnas.

Un estudio señaló que las madre que daban a luz por cesárea urgente presentaban niveles más bajos de oxitocina y prolactina en el las primeras 48 horas del postparto. Otros autores también han concluido que las madres que dan a luz por cesárea presentan un riesgo tres veces mayor de abandonar la lactancia en el primer mes. Sin embargo las diferencias en la duración de la lactancia entre las madres que han dado a luz vaginalmente y las que lo han hecho por cesárea desaparecen después del primer mes. Por lo tanto resulta necesario insistir en la necesidad de que las madres que han tenido una cesárea reciban un apoyo individualizado y un seguimiento estrecho en el inicio de la lactancia, además de favorecer el que la demora en el inicio de la lactancia sea mínima.



FACTORES QUE INFLUYEN EN LA REACCION PSICOLÓGICA

Para algunas mujeres la cesárea no supone ningún trauma aparente, sin embargo otras van a experimentar una compleja reacción psicológica, con sentimientos de pérdida, fracaso y dificultades notables en la adaptación posterior y en el vínculo con sus hijos, o van a sufrir incluso la llamada "depresión postcesarea" o bien un síndrome de estrés postraumático en una minoría de casos. ¿Por qué son tan variables las reacciones ante un mismo suceso? Toda una serie de factores pueden inclinar la balanza en uno u otro sentido.

En primer lugar los factores obstétricos, es decir, los motivos que decidieron la cesárea y el cómo se desarrolló la intervención. Si la cesárea es urgente y motivada por una situación de sufrimiento fetal la mujer va a experimentar mayores dificultades en el postparto. Necesitará tiempo para poder asimilar lo vivido e integrar la experiencia. Si la intervención de desarrolla con anestesia general el malestar psíquico suele ser mayor. No hay que olvidar que la situación de urgencia vital, el miedo por la vida del bebé o la propia vida puede ser una situación tan estresante como para desencadenar un verdadero síndrome de estrés postraumático, una reacción psicológica que inicialmente sólo se consideraba en personas expuestas a guerras o situaciones de gran violencia y que hoy se sabe que puede producirse igualmente despues de situaciones estresantes en el parto. La aparición del síndrome conlleva una re-experiencia, es decir, se vuelven a vivir mentalmente los momentos estresantes como si de una película se tratara, y cualquier pequeño suceso (como conducir delante del hospital o incluso ver a una mujer embarazada) que recuerde el parto da lugar a una reacción ansiosa (hiperventilación, taquicardia, sudoración o mareos...). En el caso de las cesáreas, parece ser que el hecho de que la cesárea sea urgente incrementa notablemente el riesgo de sufrir el síndrome de estrés postraumático.

Por contra las cesáreas programadas pueden permitir que la mujer se prepare mejor psicológicamente para la intervención. Sin embargo este aspecto por sí sólo no justifica el programar la cesárea sin que haya trabajo de parto previo, ya que casi siempre se puede esperar a que se inicie el parto de manera espontánea y entonces realizar la intervención, así la mujer ha podido prepararse para la cesárea y también evitar entre otros el riesgo de prematuridad iatrogénica asociado a las cesáreas programadas.

La calidad de la atención recibida es un aspecto crucial en la recuperación de la cesárea . Si la mujer se ha sentido partícipe de la decisión, si ha sido bien informada de las opciones, y sobre todo si ha percibido la cesárea como imprescindible es más probable que la asimilación sea relativamente sencilla. Por el contrario, si se ha sentido maltratada verbalmente, si no ha sido acompañada emocionalmente y si la indicación de la cesárea ha sido dudosa o claramente innecesaria el malestar psicológico probablemente será significativo o incluso creciente conforme pase el tiempo.

Algunos autores han sugerido que los rasgos de la personalidad previa podrían causar las diferencias en la adaptación en el postparto inmediato . Lo que parece evidente es que la reacción va a estar muy influida por las expectativas que la mujer tenía respecto al parto así como su visión del nacimiento, su satisfacción corporal previa o incluso su vivencia de la sexualidad. Cuanto más distante sea la experiencia vivida con la que se anticipaba, mayor será la percepción de pérdida y la reacción de duelo.

Los aspectos socioculturales pueden favorecer la satisfacción de la mujer con el procedimiento, como es el caso de aquellos círculos sociales donde la cesárea se percibe como un privilegio de las clases altas (fenómeno descrito en algunas sociedades latinoamericanas) o por el contrario pueden incrementar su aislamiento y sufrimiento interno, ya que si el entorno social no permite la expresión de la decepción de la madre con el nacimiento se fomenta la represión del duelo, la no identificación del malestar y por lo tanto la no resolución del mismo.



CARACTERISTICAS DE LA REACCION PSICOLÓGICA


Varios autores han estudiado las reacciones psicológicas presentes entre algunas mujeres que han dado a luz por cesárea (17). La más generalizada es la sensación de pérdida, es decir, el duelo por no haber tenido el parto soñado. Esto se puede expresar en términos de decepción "nunca imaginé que no podría parir a mi hija" o de tristeza intensa por no haber estado presente en el nacimiento: "cuando pienso en mi hijo en brazos de desconocidos nada más nacer, mientras yo estaba casi dormida por la anestesia, siento mucha pena"", aunque me lo enseñaron al nacer yo no lo recuerdo, me da rabia tener que imaginarme lo que otras mujeres recuerdan toda su vida".
También son frecuentes las dudas recurrentes sobre si el bebé es realmente su hijo: algunas mujeres tienen pesadillas en las que descubren que el bebé que tienen no es realmente su hijo, otras expresan abiertamente "siento que no la he parido yo, realmente no es mía, intelectualmente sé que es mi hija, pero es como si mi cuerpo no la reconociera".

La relación madre hijo puede ser difícil, sobre todo en los primeros días. Algunas mujeres sienten inmediatamente un intenso vínculo con sus hijos a pesar de la cesárea, otras sin embargo confiesan "ni siquiera estaba contenta de tenerla conmigo, después de tantos meses soñando con verla estaba aquí y no sentía nada, era como si todo aquello no estuviera ocurriendo en realidad". A esto se suelen añadir los problemas de identidad como madre e incluso como mujer: "no sé qué clase de madre soy si ni siquiera he podido parir a mis dos hijos", los sentimientos de culpa "siento que la culpa fue mía por no haber aguantado el dolor y haber pedido la anestesia" o el pensar que se ha decepcionado a la pareja "siento como si hubiera fallado a mi marido, mi cuerpo me falló en un momento crucial".
Algunas mujeres refieren sentirse violadas o mutiladas (17). La actitud hacia la cicatriz suele ser reflejo de dichas emociones. Hay mujeres que confiesan que no pueden mirar la cicatriz y evitan su visión incluso en el baño "mi cicatriz es un recuerdo permanente de lo que sucedió".

El enfado o la rabia con los profesionales también suele ser común, sobre todo si la mujer percibe la cirugía como innecesaria: "me siento engañada, furiosa, llena de rabia"; "lo que tenía que ser el mejor día de mi vida fue uno de los peores"; "difícilmente podré confiar en los médicos otra vez".

En cualquier caso, la vivencia de la cesárea es un proceso cambiante a lo largo del tiempo y que va estar muy influido por el apoyo y el soporte emocional que la mujer encuentre en su entorno inmediato, así como por la duración de la lactancia y el estado de salud del bebé.

En el mejor nacimiento por cesárea que he visto, la madre y el bebé no estuvieron juntos hasta una hora después del parto. El mundo del bebé se hace añicos cuando, nada más nacer, se le separa de su madre.

"El mundo del bebé se hace añicos cuando, nada más nacer, se le separa de su madre"


Imagina la vida intrauterina: el calor, la suavidad, el sabor de la madre, el sonido de los latidos de su corazón y su suave voz. La madre es todo lo que el bebé conoce. Incluso al padre lo conoce a través de la madre (dependiendo de cómo él la haga sentir). La madre es alimento. Es el universo. Cuando nos llevamos al bebé, aunque sea a dos pasos, la confianza se rompe. El mundo del bebé se hace añicos.

Yo me aferro a sus palabras.

A los padres de bebés nacidos por cesárea: tened confianza y sanad a vuestros bebés con contacto, con amor.

Por qué le beneficia

Como decíamos al principio, el estrés que se produce en un parto vaginal sin complicaciones es bueno para el bebé. Y es que durante la dilatación se activan hormonas que le preparan para adaptarse a la vida exterior y al atravesar el canal de parto, el estrechamiento le comprime el tórax, lo que favorece la eliminación del líquido amniótico que hay en sus pulmones y le ayuda a respirar mejor.

Una vez que nace, los cambios respiratorios transcurren más rápidamente.

¿Y si el bebé nace por cesárea?

Cuando el ginecólogo detecta problemas para llevar a cabo un parto vaginal suele recomendar una cesárea. “Los bebés que nacen por cesárea no han estado sometidos al estrés del parto y por eso les cuesta más hacer el reajuste cardiorrespiratorio en los primeros minutos de vida. Esto significa que suelen necesitar más estímulos para eliminar el líquido amniótico de sus pulmones”.

Es fundamental que estos pequeños permanezcan en contacto piel con piel con su madre, porque ello les ayuda a estabilizar antes la frecuencia cardiaca y respiratoria.

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